octubre 19, 2010

Cómo sabemos lo que se nos dice (extensión)

En las últimas dos semanas, en mi curso de Filosofía Contemporánea, he tenido la oportunidad de retomar a uno de mis filosófos favoritos: Ludwig Wittgenstein. Leyendo y releyendo pasajes tanto del Tractatus Logico-Philosophicus (TLP) como de las Investigaciones Filosóficas (IF), he visto que temas que he tratado en mi artículo de agosto (Cómo sabemos lo que se nos dice) han sido tocados también por Wittgenstein. Debido a la alegría que me infundió ver que Wittgenstein había visto estos temas (además de mi idiotez al haberme olvidado de estos), he decidido añadir las ideas de Wittgenstein por medio de esta extensión.
Para empezar, Wittgenstein sostuvo inicialmente en el TLP que el lenguaje ers un reflejo isomórfico del mundo; o sea, el mundo y el lenguaje existían y se basaban el uno en el otro. No había ningún hecho o estado de cosa (Sachverhalt) que no existiese como una proposición lógica dentro del mundo. Sin embargo, esta idea fue rechazada en las IF debido a que la teoría de Wittgenstein hacia que el mundo fuese inhabitable porque su teoría prohibía la existencia de un hecho que estuviese más allá del lenguaje mismo. En otras palabras, buscaba delimitar el lenguaje (y el mundo) por medio del lenguaje, lo que equivaldría describir el lado exterior de una caja desde dentro de ésta.
En las IF, Wittgenstein cambia de modelo presentando al lenguaje como una base del mundo, de tal manera que éste no refleja el mundo sino, más bien, lo sustenta. Entonces, el mundo acepta una posición donde el hombre, el entendimiento, la comprensión (e interpretación (si metemos a Gadamer)) juegan un rol mucho más valioso que el simple isomorfismo mundo-lenguaje. Wittgenstein acepta que nuestro lenguaje es variable y sujeto a nuestras propias definiciones y conceptos. Esto lo vemos con ejemplos como el famoso pato-conejo, donde la imagen está sujeta a la interpretación de la persona que lo ve, pudiendo interpretar la imagen como un pato, un conejo (o, según mi profesor Pablo Quintanilla, como un dibujo sobre una hoja blanca), entre otras interpretaciones.
Pato-Conejo de Wittgenstein


Asimismo, otro ejemplo es el del escarabajo de Wittgenstein, donde éste explica que se nos pide traer un escarabajo y colocarlo dentro de una caja. Ahora, nadie puede ver dentro de la caja del otro, sin embargo, todos hablamos del 'escarabajo' como si hablasemos del mismo objeto. Lo que esto demuestra es que lo importante no es el objeto del cual hablamos sino cómo interpretamos la palabra y cómo la usamos (lo cual trae a mente lo que escribí acerca del diccionario mental). Esto lo vuelvo a comparar con Finnegans Wake de James Joyce donde cada palabra, oración y párrafo nos evoca varias imágenes, las cuales están sujetas al punto de vista del lector y no del autor, tal como decía Umberto Eco cuando hablaba del lector in fabula.
Entonces, queridos lectores, como pueden ver, Wittgenstein había desarrollado mi idea de la interpretación del lenguaje mediante la comprensión del ser humano y cómo vemos el mundo a través del lenguaje. Ahora que he vuelto a descubrir esto, quisiera dedicar mi ensayo publicado en agosto a la memoria de Wittgenstein ya que, aparentemente, influenció bastante en mi línea de pensamiento dentro de la filosofía y, para horror mío, no lo incluí en ese trabajo. Espero que con esto le haya hecho justicia.