septiembre 08, 2009

Sobre la encarnación

Muchas veces se oye a personas decir: "Yo soy la encarnación de Napoleón" o "En mi vida anterior fui Enrique VIII". Claro, puede ser que las personas que digan esto estén tratando de llamar la atención o, pasando a un perfil psicológico, no tienen noción ni meta en su vida así que buscan sentirse cómodos y satisfechos asumiendo la vida de alguien de la historia. Pero hay tres problemas claves a esta teoría de la re-encarnación.
Primero, si en verdad una persona fuese re-encarnada, eso significaría que solo hay un limitado número de almas o espíritus. Viendo que la población mundial va creciendo exponencialmente, no habrían almas suficientes para que todo el mundo fuese un alma reencarnada, ya que incluso si fuesemos reencarnados, nuestro compañero de vida pasada también habría sido reencarnada y así infinitamente hasta llegar al inicio de la humanidad. En otras palabras, al menos que desde el principio del universo hayan habido un número infinito de almas para poder ser reencarnados no todos podríamos poseer el alma de un ser famoso de la historia.
Segundo, cuantas personas puede conocer uno que digan haber sido la misma persona en la vida pasada. Por mi parte conozco a cuatro personas que dicen haber sido Mozart en su vida pasada, y según mi hipotesis anterior, esto no podría ser porque el alma no podría ser dividida y solo habría un alma de Wolgang Amadeus Mozart. De los 800 billones de habitantes, probablemente el 3 % diga haber sido Enrique VIII, el 2.4 % fueron Jim Morrison y el 5% fueron Napoleón, Alejandro Magno o Sófocles. Con la cantidad de personajes históricos que tenemos hoy en día nos basta para que haya un Jim Morrison desde el Big Bang hasta que se muera la última estrella del universo (si es una exageración, pero es necesaria para hacer mi punto).
Por último, si resultase que el cielo, shangri-la, paraiso, asgard, la casa de playa donde hacen juergas todos los años existiese, no han pensado que si comparten el alma de otra persona que admiren, no podrían cuestionarlos. Por favor, si eres la reencarnación de Josef Stalin, no podrías sentarte con el a tomar un vodka en el más allá porque tecnicamente serían el mismo. En verdad sería un lugar muy aburrido si no pudieses salir a brindar al bar del más allá con tus idolos si tu eres la reencarnación de tus idolos muertos.
Así que por favor, antes de que griten a todo el mundo que son la reencarnación de Pablo Neruda (y si lo son, calladitos no más, que no queremos más tristeza...nos basta con Paulo Coelho y los emos), piensen bien claro que aburrido sería si mueren y resulta que no pueden charlar consigo mismo (podrían hacerlo, pero la gente muerta va a pensar que son unos locos o idiotas por hablar consigo mismo.)

1 comentario:

  1. Hay un error en tus estadísticas: por lo menos el 80% de la gente parece haber sido Jim Morrison en su vida anterior. En cuanto a mí, fui Julio César, Calígula, una garrapata del perro de Boccaccio (¿tuvo perro?), Roger Dashwood, y hoy soy Napoleón Bonaparte (el favorito de los manicomios según Condorito).

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