mayo 31, 2011

Mis recuerdos de Sábato

Aprovecho mi retorno para también incluir unas palabras en honor al escritor argentino Ernesto Sábato, fallecido el 30 del mes pasado.

La primera vez que cogí El Túnel de Sábato, no esperaba la macabra historia que acechaba entre sus páginas. La obsesión, la soledad, la sensación de necesidad que infundía la lectura. Lo empecé durante una terapia de brazo (el cual me había roto y estaba recuperando). A los tres días, cerré el libro impactado por los eventos que Castel había narrado.
Sábato entró en mi mundo como un autor de complots ocultos y tenebrosos; misterios y delirios de obsesión. Como sus personajes daban vueltas a los temas; como los fantasmas alcanzaban, eventualmente, a uno. Esto es lo que sentí al leer Sobre Héroes y Tumbas, una novela que no deja de impactarme y mostrarme el lado más profundo y oculto de una Argentina de los años 50 que aún sufre los eventos de su pasado.
No puedo llegar tan lejos a decir que me sentía como un personaje de Sábato pero si puedo decir que me imaginaba a sus creaciones como seres vivientes, respirantes, caminando por las calles esperando que la narración del libro los alcanzará y cerrará sus destinos. Mañanas han pasado donde, sentado leyendo el periódico, esperaba encontrar noticias del asesinato y suicidio de Alejandra; o la desaparición de Martín hacia el sur; o, inclusive, encontrar en Internet la publicación de un tal Fernando revelando el secreto de los ciegos. Las páginas respiraban, vivían y, como todo, se podía esperar que morirían.
Sábato. Pensar que hace tres años pude haberle conocido sino fuese por falta de tiempo (mía) y salud (suya). Las historias que podría haber contado. Las anécdotas. Pensar que un hombre haya abandonado la carrera que más amaba (la física) por narrar sus experiencias y temores a un lector desconocido.
La verdad es que sólo puedo pensar en las emociones que la imagen de su rostro y su escritura han infundido en mi, y las palabras no me bastan para describir como me siento. Un gran autor se nos ha ido. Levantaré un trago en su honor.

Debo agradecer a mi gran amigo Santiago por haberlo introducido en mi vida y debo también darle mi sentido pésame porque él ha sufrido esta pérdida más que nadie que conozco. Un amigo se nos ha ido compadre. Pero ya lo reencontraremos. Hasta entonces, bebamos por él.

1 comentario:

  1. Ya era hora de que volvieras, cabrón!!! Y esa copa bien alta, como debe ser. A ver si pronto nos mandamos una a la albanesa, he dicho!
    Un abrazo

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