mayo 17, 2010

Por las vías de la política, o una política de conductores

No me acuerdo si fue en mi último o penúltimo año de colegio que mi profesor de Geografía me dijo: "Si quieres saber como funciona la política de un país, mira la situación de transporte [o tráfico automovilístico]." Pues yo veo el tráfico de lima y la única palabra que se me viene a la mente es "caos".
Peatones que cruzan cuando se les viene en gana, carros que se meten por carriles que no deben, cruzan la luz roja, no respetan las indicaciones (como "prohibido estacionar",o "prohibido voltear en "U""), gente que no respeta la policía; y la policía que no sanciona las infracciones y ni se molesta en hacerse respetar. Todo esto es un reflejo de como funciona la política peruana.
Todo el mundo hace lo que le viene en gana. Critican, denuncian, roban, actúan como les parece. Lo único que buscan es beneficiarse a ellos mismos, no al pueblo que los "eligió" para ser representados. Promesas de cambio son promesas vacías. La política ,en realidad, es el hazme-reír de las ciencias humanas. Pasar de ser un estudio y práctica que buscaba beneficiar al pueblo (de acuerdo con la democracia) a pasado a ser un juego de quién saca más plata y quién se vuelve el más ladrón y conchudo; y quién es el más vivo para salirse con la suya.
Se asemeja a un juego de "nadie sabe para quién trabaja". Toda la zona política del Perú es una batalla campal por la supervivencia. El único ganador es aquél al que no se le denuncia o enjuicia cuando su reinado termina.
Lo más triste de todo es que los políticos no tienen la culpa (está bien la tienen, pero no toda). La culpa la tiene los votadores. Son ellos los que eligen quienes los van a representar por los próximos años y son ellos los que, últimamente, gobiernan el tráfico limeño. Todos los votadores, o al menos la gran mayoría, se ven envueltos en el medio de transporte peruano, y todos de alguna forma u otra incumplen las reglas (y acá no puedo arrojar la primera piedra).
Varios pedimos y rogamos día a día que el tráfico mejore. Hasta que la política no mejore, vamos a tener que prepararnos para varios embotellamientos.

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